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.Streak caminaba sin ruido a mi lado, protegiéndome, gruñendo amenazadoramente.Kurda había abierto los ojos y alzado la cabeza cuando empezó la conmoción, pero no intentó escapar de su tribuna ni de la cueva.Clavó en mí una mirada indescifrable mientras yo avanzaba, más pesaroso que asustado, y se acarició las tres pequeñas cicatrices de su mejilla izquierda (las que los vampanezes le habían hecho cuando fue a parlamentar con ellos, varios años atrás) mientras dejaba escapar un suspiro.–¿Qué está ocurriendo? – rugió Mika Ver Leth, con una expresión tan oscura como las ropas que llevaba-.¿Por qué luchan esos vampiros? ¡Acabad con esto inmediatamente!–¡Excelencia! – se adelantó Seba, antes de que la orden fuera obedecida-.Los que han levantado sus armas contra Darren no son nuestros aliados.Esos que los están sujetando actúan siguiendo mis órdenes.Os recomiendo encarecidamente que no los dejéis libres hasta que hayáis escuchado lo que Darren tiene que decir.Mika clavó una dura mirada en el sereno viejo intendente.–¿Formas parte de este caos, Seba? – preguntó.–Así es, Excelencia -dijo Seba-, y estoy orgulloso de ello.–Ese chico huyó de la sentencia de los Príncipes -gruñó Arrow, con las venas hinchadas en su cabeza calva-.No es bienvenido aquí.–Lo será, Excelencia, cuando sepáis por qué ha venido -insistió Seba.–Eso es lo más reprochable -dijo Paris Skyle-.Nadie había interrumpido jamás la investidura de un Príncipe.No sé por qué estás de parte del chico, pero creo que ambos deberíais abandonar esta sala hasta más tarde, cuando podamos…–¡No! – exclamé, abriéndome paso entre las hileras de guardias hasta situarme directamente ante los Príncipes.Sostuve su mirada y grité para que todos pudieran oírme-: ¡Dice que nadie ha interrumpido jamás la investidura de un Príncipe, y puede que sea cierto, pero eso es porque nunca se había intentado investir a un traidor, y es hora de que…!La cueva estalló en furiosos rugidos.Los vampiros ardían de indignación porque había llamado traidor a Kurda (incluso los que no habían votado por su ordenación), y antes de que pudiera hacer el menor movimiento para protegerme, una horda me rodeó y comenzó a patearme, golpearme y arañarme.Los tres lobos intentaron venir en mi auxilio, pero fueron rechazados sin esfuerzo por la multitud de vampiros.–¡Detened esto! – rugían los Príncipes-.¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!Finalmente, las órdenes de los Príncipes se impusieron, y aquellos que me rodeaban me soltaron y se apartaron de mala gana, con los ojos llameantes de furia, farfullando sombríamente.No me habían herido.No habían tenido espacio suficiente para que alguno de ellos lograra propinarme un golpe decente.–Esta es una noche triste -se lamentó Mika Ver Leth-.Ya es bastante malo que un niño viole nuestras leyes y costumbres, pero que vampiros auténticos, que deberían conocerlas mejor, se comporten como una pandilla de bárbaros en presencia de sus Príncipes… -Meneó la cabeza, disgustado.–¡Pero ha llamado traidor a Kurda! – chilló alguien, y los ánimos volvieron a inflamarse, mientras los vampiros me lanzaban maldiciones.–¡Ya está bien! – rugió Mika.Cuando se impuso el silencio, clavó los ojos en mí.Parecía sólo un poco menos furioso que los que me habían atacado.–Si dependiera de mí -gruñó-, habría hecho que te ataran y amordazaran antes de que dijeras ni una palabra más, y que te condujeran a la Cámara de la Muerte, donde sufrirías el destino que te mereces.Hizo una pausa y su furiosa mirada recorrió a los vampiros, que asentían y murmuraban con aprobación.Entonces, sus ojos se posaron en Seba y frunció el ceño.–Pero alguien en quien todos confiamos, conocemos y admiramos ha hablado en tu defensa.No siento ningún respeto por semi-vampiros que huyen en vez de afrontar su castigo, pero Seba Nile dice que debemos escuchar lo que tienes que decir, y, por mi parte, no voy a ignorarlo.–Estoy de acuerdo con eso -gruñó Paris Skyle.Arrow parecía inquieto.–Yo también respeto a Seba -dijo-, pero semejante alteración del decoro es deplorable.Creo… -Miró fijamente a Seba, cambió de idea y asintió ásperamente-: Está bien.Secundaré a Paris y a Mika.Pero sólo por Seba.Volviéndose hacia mí, intentando componer una expresión lo más amable posible dadas las circunstancias, Paris dijo:–Di lo que tengas que decir, Darren Shan…, pero hazlo rápido.–De acuerdo -accedí, levantando los ojos hacia Kurda, que me miraba fijamente, sin decir palabra-.Veamos si esto es lo bastante rápido para usted: Kurda Smahlt asesinó a Gavner Purl.Los vampiros jadearon, y las miradas de odio fueron remplazadas con ceños fruncidos por la incertidumbre.–En este mismo momento, debajo nosotros, docenas de vampanezes están al acecho en los túneles, esperando para atacar -proseguí.Un estupefacto silencio acogió mis palabras-.¡Y él los ha traído aquí! – señalé a Kurda, y esta vez no se alzó ninguna voz airada-.Es un traidor -susurré, y mientras todos los ojos se clavaban en Kurda, yo bajé los míos, y un par de lágrimas confusas rodaron por mis mejillas y cayeron sobre el polvoriento suelo de la caverna.CAPÍTULO 13Un largo silencio siguió a mi denuncia.Nadie sabía qué decir ni qué pensar.Si Kurda hubiera negado con vehemencia las acusaciones, tal vez los Generales le hubieran apoyado.Pero se limitó a quedarse allí, abatido, soportando en silencio las miradas interrogantes.Finalmente, Paris Skyle se aclaró la garganta.–Son cargos muy graves para cualquier vampiro -dijo-.Pero imputárselos a un futuro Príncipe justo cuando va a ser investido… -Meneó la cabeza-.¿Comprendes las consecuencias que esto tendrá si estás mintiendo?–¿Por qué iba a mentir? – repliqué.Me volví, encarándome con las hileras de vampiros-.Todos sabéis que fracasé en mis Ritos de Iniciación y que huí antes de que me matarais.Me condené a mí mismo.¿Creéis que haría esto sin una buena razón? – Nadie respondió-.¡Kurda os ha traicionado! Está aliado con los vampanezes.Creo que planea dejarlos entrar en la Cámara de los Príncipes en cuanto haya sido investido, y tomar el control de la Piedra de Sangre.Hubo gritos de asombro ante eso.–¿Cómo lo sabes? – gritó Arrow, elevando su voz sobre el escándalo.El Príncipe calvo odiaba a los vampanezes más que la mayoría, porque uno de ellos había asesinado a su esposa hacía muchos años.–Lo de la Piedra de Sangre sólo es una suposición -respondí-, pero he visto a los vampanezes.Gavner también los vio.Por eso Kurda lo mató.A mí me habría perdonado la vida, pero me arrojé al río en la Cámara del Último Viaje.Estaba seguro de que moriría, pero sobreviví.Cuando me recuperé, volví aquí para avisarles.–¿Cuántos vampanezes hay ahí abajo? – inquirió Arrow, con ojos llameantes.–Al menos treinta… o puede que más.Los tres Príncipes intercambiaron miradas de inquietud.–Esto no tiene sentido -murmuró Mika.–Estoy de acuerdo -dijo Arrow-.Pero sería fácil descubrir una mentira tan extravagante.Si quisiera engañarnos, se habría inventado una historia menos fantástica.–Además -suspiró Paris-, mirad al chico a los ojos… En ellos no hay más que verdad.Un rugido interrumpió la conversación.Uno de los cómplices de Kurda se había liberado y apoderado del cuchillo de un General.Pero antes de que lograra escapar, los guardias cerraron filas en torno a él [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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.Streak caminaba sin ruido a mi lado, protegiéndome, gruñendo amenazadoramente.Kurda había abierto los ojos y alzado la cabeza cuando empezó la conmoción, pero no intentó escapar de su tribuna ni de la cueva.Clavó en mí una mirada indescifrable mientras yo avanzaba, más pesaroso que asustado, y se acarició las tres pequeñas cicatrices de su mejilla izquierda (las que los vampanezes le habían hecho cuando fue a parlamentar con ellos, varios años atrás) mientras dejaba escapar un suspiro.–¿Qué está ocurriendo? – rugió Mika Ver Leth, con una expresión tan oscura como las ropas que llevaba-.¿Por qué luchan esos vampiros? ¡Acabad con esto inmediatamente!–¡Excelencia! – se adelantó Seba, antes de que la orden fuera obedecida-.Los que han levantado sus armas contra Darren no son nuestros aliados.Esos que los están sujetando actúan siguiendo mis órdenes.Os recomiendo encarecidamente que no los dejéis libres hasta que hayáis escuchado lo que Darren tiene que decir.Mika clavó una dura mirada en el sereno viejo intendente.–¿Formas parte de este caos, Seba? – preguntó.–Así es, Excelencia -dijo Seba-, y estoy orgulloso de ello.–Ese chico huyó de la sentencia de los Príncipes -gruñó Arrow, con las venas hinchadas en su cabeza calva-.No es bienvenido aquí.–Lo será, Excelencia, cuando sepáis por qué ha venido -insistió Seba.–Eso es lo más reprochable -dijo Paris Skyle-.Nadie había interrumpido jamás la investidura de un Príncipe.No sé por qué estás de parte del chico, pero creo que ambos deberíais abandonar esta sala hasta más tarde, cuando podamos…–¡No! – exclamé, abriéndome paso entre las hileras de guardias hasta situarme directamente ante los Príncipes.Sostuve su mirada y grité para que todos pudieran oírme-: ¡Dice que nadie ha interrumpido jamás la investidura de un Príncipe, y puede que sea cierto, pero eso es porque nunca se había intentado investir a un traidor, y es hora de que…!La cueva estalló en furiosos rugidos.Los vampiros ardían de indignación porque había llamado traidor a Kurda (incluso los que no habían votado por su ordenación), y antes de que pudiera hacer el menor movimiento para protegerme, una horda me rodeó y comenzó a patearme, golpearme y arañarme.Los tres lobos intentaron venir en mi auxilio, pero fueron rechazados sin esfuerzo por la multitud de vampiros.–¡Detened esto! – rugían los Príncipes-.¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!Finalmente, las órdenes de los Príncipes se impusieron, y aquellos que me rodeaban me soltaron y se apartaron de mala gana, con los ojos llameantes de furia, farfullando sombríamente.No me habían herido.No habían tenido espacio suficiente para que alguno de ellos lograra propinarme un golpe decente.–Esta es una noche triste -se lamentó Mika Ver Leth-.Ya es bastante malo que un niño viole nuestras leyes y costumbres, pero que vampiros auténticos, que deberían conocerlas mejor, se comporten como una pandilla de bárbaros en presencia de sus Príncipes… -Meneó la cabeza, disgustado.–¡Pero ha llamado traidor a Kurda! – chilló alguien, y los ánimos volvieron a inflamarse, mientras los vampiros me lanzaban maldiciones.–¡Ya está bien! – rugió Mika.Cuando se impuso el silencio, clavó los ojos en mí.Parecía sólo un poco menos furioso que los que me habían atacado.–Si dependiera de mí -gruñó-, habría hecho que te ataran y amordazaran antes de que dijeras ni una palabra más, y que te condujeran a la Cámara de la Muerte, donde sufrirías el destino que te mereces.Hizo una pausa y su furiosa mirada recorrió a los vampiros, que asentían y murmuraban con aprobación.Entonces, sus ojos se posaron en Seba y frunció el ceño.–Pero alguien en quien todos confiamos, conocemos y admiramos ha hablado en tu defensa.No siento ningún respeto por semi-vampiros que huyen en vez de afrontar su castigo, pero Seba Nile dice que debemos escuchar lo que tienes que decir, y, por mi parte, no voy a ignorarlo.–Estoy de acuerdo con eso -gruñó Paris Skyle.Arrow parecía inquieto.–Yo también respeto a Seba -dijo-, pero semejante alteración del decoro es deplorable.Creo… -Miró fijamente a Seba, cambió de idea y asintió ásperamente-: Está bien.Secundaré a Paris y a Mika.Pero sólo por Seba.Volviéndose hacia mí, intentando componer una expresión lo más amable posible dadas las circunstancias, Paris dijo:–Di lo que tengas que decir, Darren Shan…, pero hazlo rápido.–De acuerdo -accedí, levantando los ojos hacia Kurda, que me miraba fijamente, sin decir palabra-.Veamos si esto es lo bastante rápido para usted: Kurda Smahlt asesinó a Gavner Purl.Los vampiros jadearon, y las miradas de odio fueron remplazadas con ceños fruncidos por la incertidumbre.–En este mismo momento, debajo nosotros, docenas de vampanezes están al acecho en los túneles, esperando para atacar -proseguí.Un estupefacto silencio acogió mis palabras-.¡Y él los ha traído aquí! – señalé a Kurda, y esta vez no se alzó ninguna voz airada-.Es un traidor -susurré, y mientras todos los ojos se clavaban en Kurda, yo bajé los míos, y un par de lágrimas confusas rodaron por mis mejillas y cayeron sobre el polvoriento suelo de la caverna.CAPÍTULO 13Un largo silencio siguió a mi denuncia.Nadie sabía qué decir ni qué pensar.Si Kurda hubiera negado con vehemencia las acusaciones, tal vez los Generales le hubieran apoyado.Pero se limitó a quedarse allí, abatido, soportando en silencio las miradas interrogantes.Finalmente, Paris Skyle se aclaró la garganta.–Son cargos muy graves para cualquier vampiro -dijo-.Pero imputárselos a un futuro Príncipe justo cuando va a ser investido… -Meneó la cabeza-.¿Comprendes las consecuencias que esto tendrá si estás mintiendo?–¿Por qué iba a mentir? – repliqué.Me volví, encarándome con las hileras de vampiros-.Todos sabéis que fracasé en mis Ritos de Iniciación y que huí antes de que me matarais.Me condené a mí mismo.¿Creéis que haría esto sin una buena razón? – Nadie respondió-.¡Kurda os ha traicionado! Está aliado con los vampanezes.Creo que planea dejarlos entrar en la Cámara de los Príncipes en cuanto haya sido investido, y tomar el control de la Piedra de Sangre.Hubo gritos de asombro ante eso.–¿Cómo lo sabes? – gritó Arrow, elevando su voz sobre el escándalo.El Príncipe calvo odiaba a los vampanezes más que la mayoría, porque uno de ellos había asesinado a su esposa hacía muchos años.–Lo de la Piedra de Sangre sólo es una suposición -respondí-, pero he visto a los vampanezes.Gavner también los vio.Por eso Kurda lo mató.A mí me habría perdonado la vida, pero me arrojé al río en la Cámara del Último Viaje.Estaba seguro de que moriría, pero sobreviví.Cuando me recuperé, volví aquí para avisarles.–¿Cuántos vampanezes hay ahí abajo? – inquirió Arrow, con ojos llameantes.–Al menos treinta… o puede que más.Los tres Príncipes intercambiaron miradas de inquietud.–Esto no tiene sentido -murmuró Mika.–Estoy de acuerdo -dijo Arrow-.Pero sería fácil descubrir una mentira tan extravagante.Si quisiera engañarnos, se habría inventado una historia menos fantástica.–Además -suspiró Paris-, mirad al chico a los ojos… En ellos no hay más que verdad.Un rugido interrumpió la conversación.Uno de los cómplices de Kurda se había liberado y apoderado del cuchillo de un General.Pero antes de que lograra escapar, los guardias cerraron filas en torno a él [ Pobierz całość w formacie PDF ]