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. �Qu� idea deliciosamente escandalosa se os acaba de ocurrir?  les preguntóAfreyt, y Cif a�adió: �Tienes razón! Ha de ser algo as�.�Os conocemos desde hace tiempo! �Es tan evidente?  replicó el Ratonero.Fafhrd farfulló: No, no es nada de eso, es.No, todos ten�is que o�r esto.�Sab�is esa man�a porlas estrellas que me dio recientemente? �Bueno, pues ha desaparecido!  Alzó la vista.�Por Issek, ahora puedo mirar el cielo azul sin verlo cubierto por las motas negras de lasestrellas que estar�an ah� si fuese de noche! �Por Mog! No ten�a idea, Fafhrd, de que tu peque�a locura te tuviera apretado en supu�o con tanta fuerza como a m� la m�a, pues ya no siento el impulso de examinaratentamente cualquier min�sculo objeto que est� a menos de cincuenta varas dedistancia.Es como ser un esclavo que se ha liberado. Se acabó el hacer de trapero, �eh?  dijo Cif.�Ya no ir�s m�s por ah� en tus girasde inspección con el espinazo doblado? No, por Mog  respondió el Ratonero, pero a�adió : Aunque, desde luego, lascosas peque�as pueden ser tan interesantes como las grandes.De hecho, existe todo unmundo diminuto de. Ay, ay, ser� mejor que vayas con cuidado  le interrumpió Cif, alzando un dedo. Y las estrellas tambi�n tienen un inter�s considerable, dejando de lado mi antinaturalencaprichamiento de ellas  dijo Fafhrd testarudamente. Pero �a qu� cre�is que ha sido debido?  inquirió Afreyt.�Cre�is que alg�n mago os hechizó? �Tal vez ese Ningauble del que me hablaste,Fafhrd? S�, o esa Sheelba de la que hablas en sue�os, Ratonero  dijo Cif.Y dime, �no esuna vieja amante?Los dos hombres tuvieron que admitir que esas explicaciones eran posibilidadesremotas. O puede que hayan intervenido otros seres misteriosos e incluso ultramundanos propuso Afreyt.Sabemos que la reina Skeldir, bendita sea, ha participado, a juzgar porla c�lida risa que o�ste.Y tambi�n Gusorio, por muy a la ligera que te lo tomes.Cif y yoo�mos esos gru�idos.Con una expresión en sus ojos medio maliciosa y medio seria, Cif inquirió: �Y no se os ha ocurrido a ninguno la posibilidad de que, puesto que las advertenciasde Skeldir fueron para vosotros, los hombres, se�is transmigraciones de ella? �Y nosotras �Skeldir nos ampare! del Gran Gusorio? �O eso os desconcierta? De ning�n modo ^respondió Fafhrd.Dado que la trasmigración ser�a tal prodigio,capaz de enviar el esp�ritu de una mujer o un hombre al interior de un animal, o viceversa,un mero cambio de sexo no nos sorprender�a en absoluto.27 La caja de chaquete de las dos Muertes fue conservada en la taberna del Naufragiocomo una especie de curiosidad, pero se observó que pocos la usaban para jugar y que,cuando lo hac�an, no les sal�an buenas jugadas.4 - El Ratonero desciende1Dice un antiguo proverbio en el mundo de Nehwon que los destinos de los h�roes quequieren retirarse, o de los aventureros que deciden sentar la cabeza, enga�ando as� a sup�blico de sinceros admiradores, dice, pues, que los destinos de tales hombres puedenser mucho m�s lastimosos que el de una princesa de Lankhmar embarcada a la fuerzacomo camarera de a bordo en un mercante ilthmar�s que realiza la traves�a penosamentelarga a la tropical Klesh o la helada No Ombrulsk.Y basta que tales h�roes aludanvagamente a una ��ltima aventura� para que sus partidarios m�s ruidosos y susseguidores m�s ardientes exijan que como m�nimo termine en espectacular muerte ycondenación, sufridas mientras luchaban contra invencibles fuerzas superiores ydisfrutando de la enemistad de los archidioses m�s viles.As� pues, cuando aquellos dos h�roes ocurrentes y sagaces, el Ratonero Gris y Fafhrd,no sólo abandonaron la ciudad de Lankhmar (donde se dice que tiene lugar m�s de lamitad de la actividad de Nehwon) para servir a las oscuras mujeres libres Cif y Afreyt, dela solitaria Isla de la Escarcha, en el extremo norte, sino que tambi�n prolongaron suestancia all� durante dos a�os y luego tres, tanto los sabihondos como los chismososdignos de confianza empezaron a decir que los dos h�roes estaban coqueteando con undestino semejante.Ciertamente, su expedición polar parec�a haber comenzado bastante bien, inclusoespectacularmente, pues llegaban hasta Lankhmar informes de su aprehensión yadiestramiento (o doma) de peque�as bandas de aventureros locos como ellos mismospara que les sirvieran, y luego se supo de una gran victoria: arrojaron a la g�lida isla defilosóficos pescadores a una numerosa partida bifurcada de suicidas mingoles marinosinvasores, y durante el combate tuvieron a favor a dos dioses forasteros de extra�osnombres, Loki y Od�n, y tambi�n trataron de una manera irresponsable a los cinco iconosde oro de la Razón, que eran el principal tesoro de la isla atea y, en general, se burlaronde los habitantes de la isla, gentes gru�onas de lentos movimientos y pocas palabras.Pero entonces, sobre todo cuando su estancia se prolongó en el fr�o norte, empezarona llegar otros informes que socavaban y disminu�an todos estos logros espectaculares.Sedec�a que su victoria hab�a sido trivial, psicológica, obtenida mediante la dilación de lasmaniobras  lo que en un mundo m�s familiar habr�a sido denominado t�cticasfabianas y que al final no habr�an vencido a no ser por un inesperado cambio de losvientos, la simult�nea pero fortuita erupción de los volcanes Luz del Infierno y FuegoOscuro y la coincidencia de que surgiera precisamente entonces el terrible GranMaelstrom de la isla, que engulló unas cuantas galeras avanzadas de la escuadra mingolay, as�, descorazonó a las restantes [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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