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.La solución a todos los misterios que llenaban su mente sin dejar sitio para nada mástenía que encontrarse aquí, si es que estaba en algún sitio.Insseyn avanzóconfiadamente hacia delante, meditando sobre aquella conspiración de alcance universalque pretendía matarle tantas veces como le fuera posible.y se dejó caer de bruces alsuelo cuando las implicaciones de todo aquello se abrieron paso noquintaesencialmentepor su cavernosa mente.No tenía que correr riesgos.Giró sobre sí mismo y se arrastró de vuelta al arbusto.Enese mismo instante tres divisiones armadas de la Policía Estatal pasaron sobre él,pisoteándolo.Insseyn volvió a girar, sin tomarse ni tan siquiera el tiempo preciso para unapausa vascular-gonádica, y se lanzó por una puerta hacia el corazón secreto de.¡LA MÁQUINA ROBINSON!-Eres Filbert Insseyn -dijo la tranquila voz sintética de la Máquina, producida mediantetubos de órgano y cables que vibraban.Grandes engranajes hechos con madera de balsagiraban alrededor de Insseyn-.Por favor, mete un crédito en la ranura.Insseyn hizo lo que le ordenaba la Máquina que todo lo sabia, y un instante después, altirar de la gran palanca situada a un lado de la consola, vio cómo las ruedas girabandentro de ella y la inmensa importancia de lo que ésta había dicho le golpeó con unafuerza que hizo temblar su estómago.¡La Máquina sabía quién era!-Silencio -dijo la voz, y la pregunta de Insseyn murió en sus labios-.¡Hay un Insertadorenfocado hacia mis entrañas, y, alterando las tensiones de los cables utilizados en misfunciones básicas de computación, una facción carente de escrúpulos está manipulandolos exámenes de entrada en el cuerpo de auxiliares administrativos suplentes, con lo cualdomina el Gobierno Imperial!-¿Puedes revelarme la verdad sobre mí mismo? -interrumpió Insseyn con voz febril-.Dime por qué parezco ser un peón en un juego de ruleta cósmica.Dime por qué no parode pensar que en realidad soy Fanny Perenne.¡Dímelo todo! -Las fuentes deinformación de la Máquina carecían de igual, gracias a su red planetaria del servicio deconsultorios Hable con Tía Problemas.-Sí, puedo responderte a todas esas preguntas.Pero antes.-En ese mismo instantecien galones de melaza cayeron sobre el altavoz y lo atascaron.El Insertador estabafuncionando.Insseyn se debatió pegajosamente para llegar al siguiente cubículo,dificultado por las pausas sacarosocarbohidráticas que se veía obligado a efectuar.Elaltavoz del cubículo contiguo dijo:-Tu auténtico nombre es glmmmmpppfff.-Debes destruir el Insertador y dirigir la revolución hacia la victoria mediante el ¡brrrrp! -dijo un tercer altavoz.Un cuarto altavoz sólo pudo emitir las palabras: «Los poderes detus vísceras suplementarias.» antes de que el entorno de melaza que ahora rodeabatotalmente a Insseyn le hiciera caer en una pausa vascular-gonádica tan prolongada quese parecía a la muerte, y que acabó convirtiéndose justo en eso.Pero en ese último y eterno instante de negrura, Insseyn lo recordó.¡Todo!CAPÍTULO UNO¡Al cuerno la lógica!(atribuido a Sócrates)Las arenas rojizas, las lunas que cruzaban velozmente el cielo y los canalesdesbordantes le recordaron algo a Insseyn, pero tal era el impacto de ser nuevamenteconsciente de sí mismo que no logró asimilar ese algo.La sacudida de la transición desdeel sitio donde había estado al sitio donde estaba, fueran cuales fuesen esos sitios, habíaresultado excesiva, y además odiaba la melaza.Ahora recordaba que lo había recordadotodo y que, en aquel último y cataclísmico instante, había comprendido la verdad sobre símismo.Rebuscó en su mente para encontrar aquella información vital, y ya estabaaproximándose a su huidiza inexistencia cuando.De repente, antes de que pudiera saber lo que ocurría, ocurrió algo.Su consciencia sehundió en la nada y el olvido con el mismo impacto de un millar de canicas perdidascayendo sobre un suelo de acero [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.La solución a todos los misterios que llenaban su mente sin dejar sitio para nada mástenía que encontrarse aquí, si es que estaba en algún sitio.Insseyn avanzóconfiadamente hacia delante, meditando sobre aquella conspiración de alcance universalque pretendía matarle tantas veces como le fuera posible.y se dejó caer de bruces alsuelo cuando las implicaciones de todo aquello se abrieron paso noquintaesencialmentepor su cavernosa mente.No tenía que correr riesgos.Giró sobre sí mismo y se arrastró de vuelta al arbusto.Enese mismo instante tres divisiones armadas de la Policía Estatal pasaron sobre él,pisoteándolo.Insseyn volvió a girar, sin tomarse ni tan siquiera el tiempo preciso para unapausa vascular-gonádica, y se lanzó por una puerta hacia el corazón secreto de.¡LA MÁQUINA ROBINSON!-Eres Filbert Insseyn -dijo la tranquila voz sintética de la Máquina, producida mediantetubos de órgano y cables que vibraban.Grandes engranajes hechos con madera de balsagiraban alrededor de Insseyn-.Por favor, mete un crédito en la ranura.Insseyn hizo lo que le ordenaba la Máquina que todo lo sabia, y un instante después, altirar de la gran palanca situada a un lado de la consola, vio cómo las ruedas girabandentro de ella y la inmensa importancia de lo que ésta había dicho le golpeó con unafuerza que hizo temblar su estómago.¡La Máquina sabía quién era!-Silencio -dijo la voz, y la pregunta de Insseyn murió en sus labios-.¡Hay un Insertadorenfocado hacia mis entrañas, y, alterando las tensiones de los cables utilizados en misfunciones básicas de computación, una facción carente de escrúpulos está manipulandolos exámenes de entrada en el cuerpo de auxiliares administrativos suplentes, con lo cualdomina el Gobierno Imperial!-¿Puedes revelarme la verdad sobre mí mismo? -interrumpió Insseyn con voz febril-.Dime por qué parezco ser un peón en un juego de ruleta cósmica.Dime por qué no parode pensar que en realidad soy Fanny Perenne.¡Dímelo todo! -Las fuentes deinformación de la Máquina carecían de igual, gracias a su red planetaria del servicio deconsultorios Hable con Tía Problemas.-Sí, puedo responderte a todas esas preguntas.Pero antes.-En ese mismo instantecien galones de melaza cayeron sobre el altavoz y lo atascaron.El Insertador estabafuncionando.Insseyn se debatió pegajosamente para llegar al siguiente cubículo,dificultado por las pausas sacarosocarbohidráticas que se veía obligado a efectuar.Elaltavoz del cubículo contiguo dijo:-Tu auténtico nombre es glmmmmpppfff.-Debes destruir el Insertador y dirigir la revolución hacia la victoria mediante el ¡brrrrp! -dijo un tercer altavoz.Un cuarto altavoz sólo pudo emitir las palabras: «Los poderes detus vísceras suplementarias.» antes de que el entorno de melaza que ahora rodeabatotalmente a Insseyn le hiciera caer en una pausa vascular-gonádica tan prolongada quese parecía a la muerte, y que acabó convirtiéndose justo en eso.Pero en ese último y eterno instante de negrura, Insseyn lo recordó.¡Todo!CAPÍTULO UNO¡Al cuerno la lógica!(atribuido a Sócrates)Las arenas rojizas, las lunas que cruzaban velozmente el cielo y los canalesdesbordantes le recordaron algo a Insseyn, pero tal era el impacto de ser nuevamenteconsciente de sí mismo que no logró asimilar ese algo.La sacudida de la transición desdeel sitio donde había estado al sitio donde estaba, fueran cuales fuesen esos sitios, habíaresultado excesiva, y además odiaba la melaza.Ahora recordaba que lo había recordadotodo y que, en aquel último y cataclísmico instante, había comprendido la verdad sobre símismo.Rebuscó en su mente para encontrar aquella información vital, y ya estabaaproximándose a su huidiza inexistencia cuando.De repente, antes de que pudiera saber lo que ocurría, ocurrió algo.Su consciencia sehundió en la nada y el olvido con el mismo impacto de un millar de canicas perdidascayendo sobre un suelo de acero [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]