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.El cielo, habiendolanzado de sí las obscuras nubes, relumbraba con la severidad yresplandor de su propia lumbre.He aquí dónde vienen delante de laprocesión, poco a poco, muchas maneras de juegos muyhermosamente adornados, así en las voces como en los otros actos ygestos.Uno venía en hábito de caballero, ceñido con su banda; otrovestida su vestidura y zapatos de caza, con un venablo en la mano,representando un cazador; otro vestido con una ropa de seda ychapines dorados y otros ornamentos de mujer, con una cabellera enla cabeza, andando pomposamente, mintiendo con su gesto personade mujer; otro iba armado con quijote y capacete y barbera y con subroquel en la mano, que parecía salía del juego de la esgrima; nofaltaba otro que le seguía, vestido de púrpura y con insignias desenador, y tras éste, otro, con su bordón, esclavina y alpargates y consus barbas de cabrón, representaba y fingía de persona de filósofo;otro iba con diversas cañas, la una para cazar aves con visco, y otrapara pescar con anzuelo.Además de esto vi asimismo que llevabanuna osa mansa, sentada en una silla y vestida en hábitos de mujer193casada y honrada; otro llevaba una mona con un sombrerete vellosoen la cabeza, vestida con un sayo amarillo, con una capa de oro, queparecía a Ganimedes, aquel pastor troyano que Júpiter arrebató parasu servicio; tras esto vi que iba allí un asno con alas, que representabaaquel caballo Bellerofonte, y cerca de él andaba un viejo, que podíadecir, quien lo viese, que era Pegaso, como quiera que podía reírse yburlar de entrambos a dos.Entre estas cosas de juego que popularmente allí se hacían, ya seaparejaba y venía la fiesta y pompa de mi propia diosa que me habíade salvar y escapar de tanta tribulación; y delante de ella veníanmuchas mujeres resplandecientes, con vestiduras blancas y alegres,con diversas guirnaldas de flores que traían, las cuales henchían deflores que sacaban de sus senos las calles y plazas por donde venía lafiesta y procesión.Otras llevaban en las espaldas unos espejos resplandecientes, pormostrar a la diosa que venía tras ellas el servicio y fiesta que lehacían.Otras había que traían muy hermosos peines de marfil en lasmanos, haciendo actos y gestos con los brazos, volviendo los dedos auna parte y a otra, fingiendo que peinaban y adornaban los cabellos dela reina Isis.Otras había que rociaban las plazas con muchos ungüentosolorosos, derramando bálsamo con una almarraja.Además de esto,iba muy gran muchedumbre de hombres y mujeres con sus candelas yhachas y cirios y con otro género de lumbre artificial, favoreciendo yhonrando las estrellas celestiales.Después iban muy muchosinstrumentos de muy suave música, así como sinfonías muy suaves yflautas y chirimías que cantaban muy dulce y suavemente, a las cualesseguía una danza de muy hermosas doncellas con sus alcandorasblancas, cantando un canto muy gracioso, el cual con favor de lasmusas, ordenó aquel sabio poeta, en el cual se contenía el argumentoy ordenanza de toda la fiesta.Otros también había que iban cantandocanciones de mayores votos, y otros con trompetas, dedicadas al grandios de Egipto Serapis, los cuales, con las trompetas retorcidas,puestas a la oreja derecha, cantaban aquellos versos familiares deltemplo y de la diosa; otros muchos había que iban haciendo lugar pordonde pasase la fiesta.En esto vino una gran muchedumbre de hombres y mujeres detoda suerte y edad, relumbrando con vestiduras de lino puro y muyblanco, y mezcláronse con los sacerdotes que allí iban.Las unasllevaban los cabellos untados con olores y ligados en limpios y blandostrenzados; los hombres llevaban las cabezas raídas, reluciéndoles lascoronas, como estrellas terrenales de gran religión, tañendo y194haciendo dulce sonido con panderos y sonajas de alambre y de plata, yaun también de oro; y aquellos principales sacerdotes, que ibanvestidos de aquellas vestiduras blancas hasta los pies, llevaban lasalhajas e insignias de sus poderosos dioses.El primero de los cuales llevaba una lámpara resplandeciente, nosemejante a nuestra lumbre con que nos alumbramos en las cenas dela noche; pero era un jarro de oro, que tenía la boca ancha, por dondeechaba la llama de la lumbre largamente.El segundo iba vestidosemejante a éste; pero llevaba en ambas manos un altar, que quieredecir auxilio, al cual la providencia do la soberana diosa, que esayudadora, le dio este propio nombre.Iba el tercero y llevaba en lamano una palma con hoja de oro muy sutilmente labrada, y en la otraun caduceo, que es instrumento de Mercurio.El cuarto mostraba unindicio y señal de equidad; conviene a saber: que llevaba la manoizquierda extendida, la cual, por ser de su natura perezosa y que no esastuta ni maliciosa, parece que es más aparejada y conveniente a laigualdad y razón, que no la mano derecha.Este mismo llevaba en laotra mano un vaso de oro redondo y hecho a manera de pecho, delcual salía leche.El quinto llevaba una criba de oro llena de ramosdorados.Otro también llevaba un cántaro grande.No tardaron tras deesto de salir los dioses que tuvieron por bien de andar sobre pieshumanos.Y aquí venía una cosa espantable, que era Mercurio,mensajero del cielo y del abismo, con la cara ahora negra, ahora deoro, alzando la cerviz y cabeza de perro, el cual traía en la manoizquierda un caduceo y en la derecha sacudía una palma.Tras de élseguía una vaca levantada en su estado, la cual es figura de la diosa,madre de todas las cosas.Porque como la vaca es provechosa y útil,así lo es esta diosa, la cual imagen o figura llevaba en cuna de sushombros uno de aquellos sacerdotes con pasos muy pomposos.Otrohabía que llevaba un cofre donde iban todas las cosas secretas deaquella magnífica religión [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.El cielo, habiendolanzado de sí las obscuras nubes, relumbraba con la severidad yresplandor de su propia lumbre.He aquí dónde vienen delante de laprocesión, poco a poco, muchas maneras de juegos muyhermosamente adornados, así en las voces como en los otros actos ygestos.Uno venía en hábito de caballero, ceñido con su banda; otrovestida su vestidura y zapatos de caza, con un venablo en la mano,representando un cazador; otro vestido con una ropa de seda ychapines dorados y otros ornamentos de mujer, con una cabellera enla cabeza, andando pomposamente, mintiendo con su gesto personade mujer; otro iba armado con quijote y capacete y barbera y con subroquel en la mano, que parecía salía del juego de la esgrima; nofaltaba otro que le seguía, vestido de púrpura y con insignias desenador, y tras éste, otro, con su bordón, esclavina y alpargates y consus barbas de cabrón, representaba y fingía de persona de filósofo;otro iba con diversas cañas, la una para cazar aves con visco, y otrapara pescar con anzuelo.Además de esto vi asimismo que llevabanuna osa mansa, sentada en una silla y vestida en hábitos de mujer193casada y honrada; otro llevaba una mona con un sombrerete vellosoen la cabeza, vestida con un sayo amarillo, con una capa de oro, queparecía a Ganimedes, aquel pastor troyano que Júpiter arrebató parasu servicio; tras esto vi que iba allí un asno con alas, que representabaaquel caballo Bellerofonte, y cerca de él andaba un viejo, que podíadecir, quien lo viese, que era Pegaso, como quiera que podía reírse yburlar de entrambos a dos.Entre estas cosas de juego que popularmente allí se hacían, ya seaparejaba y venía la fiesta y pompa de mi propia diosa que me habíade salvar y escapar de tanta tribulación; y delante de ella veníanmuchas mujeres resplandecientes, con vestiduras blancas y alegres,con diversas guirnaldas de flores que traían, las cuales henchían deflores que sacaban de sus senos las calles y plazas por donde venía lafiesta y procesión.Otras llevaban en las espaldas unos espejos resplandecientes, pormostrar a la diosa que venía tras ellas el servicio y fiesta que lehacían.Otras había que traían muy hermosos peines de marfil en lasmanos, haciendo actos y gestos con los brazos, volviendo los dedos auna parte y a otra, fingiendo que peinaban y adornaban los cabellos dela reina Isis.Otras había que rociaban las plazas con muchos ungüentosolorosos, derramando bálsamo con una almarraja.Además de esto,iba muy gran muchedumbre de hombres y mujeres con sus candelas yhachas y cirios y con otro género de lumbre artificial, favoreciendo yhonrando las estrellas celestiales.Después iban muy muchosinstrumentos de muy suave música, así como sinfonías muy suaves yflautas y chirimías que cantaban muy dulce y suavemente, a las cualesseguía una danza de muy hermosas doncellas con sus alcandorasblancas, cantando un canto muy gracioso, el cual con favor de lasmusas, ordenó aquel sabio poeta, en el cual se contenía el argumentoy ordenanza de toda la fiesta.Otros también había que iban cantandocanciones de mayores votos, y otros con trompetas, dedicadas al grandios de Egipto Serapis, los cuales, con las trompetas retorcidas,puestas a la oreja derecha, cantaban aquellos versos familiares deltemplo y de la diosa; otros muchos había que iban haciendo lugar pordonde pasase la fiesta.En esto vino una gran muchedumbre de hombres y mujeres detoda suerte y edad, relumbrando con vestiduras de lino puro y muyblanco, y mezcláronse con los sacerdotes que allí iban.Las unasllevaban los cabellos untados con olores y ligados en limpios y blandostrenzados; los hombres llevaban las cabezas raídas, reluciéndoles lascoronas, como estrellas terrenales de gran religión, tañendo y194haciendo dulce sonido con panderos y sonajas de alambre y de plata, yaun también de oro; y aquellos principales sacerdotes, que ibanvestidos de aquellas vestiduras blancas hasta los pies, llevaban lasalhajas e insignias de sus poderosos dioses.El primero de los cuales llevaba una lámpara resplandeciente, nosemejante a nuestra lumbre con que nos alumbramos en las cenas dela noche; pero era un jarro de oro, que tenía la boca ancha, por dondeechaba la llama de la lumbre largamente.El segundo iba vestidosemejante a éste; pero llevaba en ambas manos un altar, que quieredecir auxilio, al cual la providencia do la soberana diosa, que esayudadora, le dio este propio nombre.Iba el tercero y llevaba en lamano una palma con hoja de oro muy sutilmente labrada, y en la otraun caduceo, que es instrumento de Mercurio.El cuarto mostraba unindicio y señal de equidad; conviene a saber: que llevaba la manoizquierda extendida, la cual, por ser de su natura perezosa y que no esastuta ni maliciosa, parece que es más aparejada y conveniente a laigualdad y razón, que no la mano derecha.Este mismo llevaba en laotra mano un vaso de oro redondo y hecho a manera de pecho, delcual salía leche.El quinto llevaba una criba de oro llena de ramosdorados.Otro también llevaba un cántaro grande.No tardaron tras deesto de salir los dioses que tuvieron por bien de andar sobre pieshumanos.Y aquí venía una cosa espantable, que era Mercurio,mensajero del cielo y del abismo, con la cara ahora negra, ahora deoro, alzando la cerviz y cabeza de perro, el cual traía en la manoizquierda un caduceo y en la derecha sacudía una palma.Tras de élseguía una vaca levantada en su estado, la cual es figura de la diosa,madre de todas las cosas.Porque como la vaca es provechosa y útil,así lo es esta diosa, la cual imagen o figura llevaba en cuna de sushombros uno de aquellos sacerdotes con pasos muy pomposos.Otrohabía que llevaba un cofre donde iban todas las cosas secretas deaquella magnífica religión [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]